La historia de la Inquisición y su relación con la brujería está llena de episodios oscuros y aterradores que reflejan el temor y la superstición de la sociedad de la época. Uno de los eventos más notables de este periodo es el Auto de Fe de Logroño de 1610, un juicio que culminó en la condena de numerosas personas acusadas de brujería. Este evento no solo nos ofrece una ventana al funcionamiento de la Inquisición, sino que también revela las dinámicas sociales y culturales del siglo XVII en España.
Contexto Histórico
La Inquisición Española fue establecida en 1478 por los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, con el propósito de mantener la ortodoxia católica en sus reinos. Aunque su misión principal era perseguir la herejía y asegurar la pureza de la fe, con el tiempo, la Inquisición también se dedicó a la persecución de la brujería. Esta persecución se intensificó a finales del siglo XVI y principios del XVII, cuando el miedo a la brujería alcanzó su apogeo en Europa.
La brujería en esta época era vista como una amenaza tanto espiritual como social. Las brujas eran consideradas como agentes del diablo, capaces de causar males físicos y espirituales a través de sus pactos demoníacos. Este temor fue alimentado por una combinación de factores, incluidos los cambios sociales, económicos y religiosos de la época, así como la difusión de tratados demonológicos y relatos de brujería.
El Valle de Zugarramurdi y las Acusaciones de Brujería
El Valle de Zugarramurdi, en la región de Navarra, fue uno de los epicentros de la caza de brujas en España. Este pequeño pueblo se hizo tristemente famoso debido a las acusaciones de brujería que surgieron a principios del siglo XVII. Las tensiones y conflictos locales, junto con el fervor religioso y las supersticiones, crearon un ambiente propicio para las denuncias de brujería.
Las acusaciones comenzaron cuando una niña, María de Ximildegui, afirmó haber visto a varias personas del pueblo participando en aquelarres, reuniones nocturnas donde supuestamente se adoraba al diablo y se practicaba magia negra. Estas acusaciones rápidamente se extendieron y decenas de personas fueron arrestadas bajo sospecha de brujería.
La Inquisición Interviene
En 1609, la Inquisición, bajo la dirección del inquisidor Alonso de Salazar Frías, comenzó a investigar las acusaciones en Zugarramurdi. Salazar Frías, junto con otros dos inquisidores, Juan Valle Alvarado y Juan del Valle y Zabaleta, fueron enviados a la región para recopilar testimonios y pruebas.
La investigación inicial reveló un gran número de denuncias y confesiones, muchas de las cuales fueron obtenidas bajo tortura o amenaza de tortura. Las confesiones describían en detalle los supuestos aquelarres, los pactos con el diablo y las prácticas de brujería. Sin embargo, Salazar Frías pronto se mostró escéptico sobre la veracidad de estas confesiones, argumentando que muchas eran el resultado de la coerción y la sugestión.
El Auto de Fe de Logroño
A pesar de las dudas de Salazar Frías, la Inquisición decidió llevar a cabo un Auto de Fe en Logroño en 1610. Un Auto de Fe era una ceremonia pública en la que se pronunciaban las sentencias de los acusados de herejía, que podían incluir desde penas menores hasta la ejecución. El Auto de Fe de Logroño se celebró el 7 y 8 de noviembre de 1610 y es uno de los más famosos de la historia de la Inquisición Española debido a su gran escala y al impacto que tuvo en la región.
En este Auto de Fe, 31 personas fueron juzgadas. Once de ellas fueron quemadas en la hoguera, seis en efigie (es decir, sus figuras fueron quemadas porque ya habían muerto o se encontraban ausentes), y las restantes fueron condenadas a penas menores como el exilio o la prisión. Las ejecuciones tuvieron un gran impacto en la comunidad, sembrando el miedo y consolidando la reputación de la Inquisición como una fuerza implacable contra la brujería.
Testimonios y Confesiones
Los testimonios presentados durante el Auto de Fe revelan la profunda influencia de las creencias populares en la brujería y el poder del diablo. Las confesiones describían reuniones nocturnas en las que las brujas volaban al aquelarre, se postraban ante el diablo en forma de cabra y participaban en rituales blasfemos que incluían la profanación de símbolos cristianos y la preparación de brebajes mágicos.
Muchos de los acusados confesaron haber participado en estos rituales, aunque estas confesiones a menudo fueron obtenidas bajo tortura o amenaza de tortura. La tortura era una práctica común en los interrogatorios de la Inquisición, utilizada para extraer confesiones y obtener nombres de otros supuestos brujos y brujas.
El Papel de Salazar Frías
Uno de los aspectos más interesantes del Auto de Fe de Logroño es el papel de Alonso de Salazar Frías, quien, a pesar de participar en el juicio, se mostró escéptico sobre la existencia real de la brujería. Salazar Frías llevó a cabo una investigación posterior, examinando de nuevo las pruebas y testimonios recogidos, y concluyó que la mayoría de las acusaciones carecían de fundamento y eran el resultado de la histeria colectiva y la manipulación.
En un informe enviado al Consejo de la Suprema Inquisición, Salazar Frías argumentó que no había suficiente evidencia para justificar la persecución de brujas y recomendó poner fin a las cacerías de brujas en Navarra. Este informe tuvo un impacto significativo y contribuyó a una disminución en las persecuciones por brujería en España en los años siguientes.
Impacto y Legado
El Auto de Fe de Logroño de 1610 dejó una huella profunda en la historia de la Inquisición y en la memoria colectiva de la región. Este evento es un ejemplo de cómo el miedo y la superstición pueden llevar a la injusticia y la persecución. Las ejecuciones y condenas de 1610 son un recordatorio sombrío de los peligros de permitir que el pánico moral y la falta de evidencia sólida guíen las acciones judiciales.
Sin embargo, el escepticismo y las acciones de Salazar Frías también muestran que incluso en una institución tan temida y poderosa como la Inquisición, había voces críticas y racionales que cuestionaban las bases de las acusaciones de brujería. La intervención de Salazar Frías ayudó a mitigar futuras persecuciones y a promover un enfoque más racional y crítico hacia las acusaciones de brujería.
Representación actual
El Acto de Fe en Logroño es una recreación histórica que rememora los juicios y ejecuciones de la Inquisición española. Se celebra anualmente en la ciudad de Logroño, La Rioja, como parte de las festividades de San Bernabé. Esta representación tiene lugar en junio y se lleva a cabo en la Plaza del Mercado, donde actores locales representan a los inquisidores, acusados y testigos, reviviendo un oscuro capítulo de la historia local con dramatismo y fidelidad histórica.
Reflexión Final
El Auto de Fe de Logroño es un capítulo crucial en la historia de la Inquisición y la brujería, ilustrando la complejidad de estos fenómenos históricos. Nos recuerda la facilidad con la que el miedo y la superstición pueden desencadenar oleadas de violencia y represión. Al mismo tiempo, nos enseña que la razón y la crítica pueden surgir incluso en los contextos más oscuros y ofrecer una luz de esperanza y justicia.
Este evento también destaca la importancia de examinar críticamente nuestras creencias y acciones, especialmente en momentos de crisis. La historia de la Inquisición y la brujería no solo es un relato del pasado, sino una advertencia sobre los peligros que pueden surgir cuando la sociedad permite que el miedo y la superstición dominen la razón y la justicia.